31 de marzo de 2013

Haruka y Dimitri


       

Aquel campo de trigo seco era inmenso. El sol se estaba poniendo, aunque aún quedaban los últimos rayos de luz, ahora anaranjada, traspasando las colinas de la lejanía, todas y cada una de ellas cultivadas de trigo, dándole al paisaje un contraste entre naranja y verde de las montañas del fondo realmente digno de admirar. Y allí, admirando la tranquilidad y la belleza del lugar, se encontraba Haruka. Fruncía el ceño, algo no demasiado común en ella, al menos no cuando estaba sola. Quizás acababa de reñir a Dimitri minutos antes, y se había marchado a coger algo de aire, lejos de la mansión reconstruida de los Renjou. O quizás, simplemente, le molestaba pensar en Dimitri, él y su venganza. Da igual lo mucho que Haruka intentase que la olvidase, que se centrase en protegerse a sí mismo y a su hermano pequeño, al cual parecía odiarle de alguna forma, quizás por mal entendidos, o quizás por simplemente sentirse inferior a él a pesar de ser el mayor.





          Refunfuñando, Haruka se detuvo allí. Y a pesar de que ya no era una niña, parecía estar de morros. Se dejó caer al suelo, sentándose, colocando los pies en la comúnmente conocida como "postura india", ahora oculta por el trigo, dejando que solo esa mota rosada de su pelo fuese el único toque de color distinto en todo aquello. Y allí llevó las manos a uno de los palos, arrancándolo, y partiéndolo trocito a trocito, como si se estuviese desahogando por cualquier cosa, aún con el ceño fruncido y sus ojos rojizos fijos, amenazantes, en el palo.

          Dimitri había llegado de entrenar, y de asustar a pobres indefensos después, como si ese fuese su divertimiento después del "trabajo". Se entretenía en asustar a los aldeanos, hacer como si los fuese a matar, y después dejarles con el miedo en el cuerpo. Como si de alguna manera quisiese llamar la atención, y así era. Todo lo contrario a su hermano, quien parecía indiferente ante todo. Y quizás por eso lo odiaba. Sin embargo, al entrar en la mansión no había nadie. Bueno, nadie sin contar a los sirvientes. Pero realmente a nadie que él buscase en realidad...Aunque ¿Realmente ese solitario y problemático chico podía buscar a alguien? La respuesta era sí. A Haruka. ¿Por qué, si no estaba gravemente herido? Como mucho unos arañones...Pero realmente tenía que verla. Quizás meterse con ella. Quien sabe los verdaderos motivos.
Amenazó con frialdad a unos cuantos Nodens de bajo rango de por allí para que le dijesen la dirección que había tomado la chica. Y tras escuchar la respuesta, se dirigió hacía allí.


- ¿Qué haces aquí? ¿Estás esperando por salvarle el culo a alguien?


          Tras unos minutos andando por el lugar, pudo vislumbrar una cabellera rosa entre tanto trigo. Parecía que sus palabras estaban cargadas de crueldad e ironía, quizás incluso de recelo. Pero el chico no sabía referirse de otra manera a la mujer que tenía delante. Aquella voz fría, cruel e irónica de Dimitri la hizo fruncir aún más el ceño, casi que arrugando la nariz y torciendo los labios a un lado, sujetando con fuerza el trozo del palo que le quedaba y arrugándolo, aparentemente malhumorada. Sin embargo terminó por levantarse, sacudiéndose las posibles ramas o tierra que se le hubiesen pegado en su vestido color salmón, para así girarse hacia él, con el ceño fruncido. Su larga melena casi que pasaba de su cintura, y al estar quieta, pues no había viento, realmente realzaba más los rasgos de Haruka.


- ¡Deberías ser un poco más agradecido, Dimitri! ¿Qué consigues tratándome así? ¡Eres un desagradecido! ¡Yo me preocupo por ti, por vosotros, y no haces más que menospreciarme! Bah...


          Exclamó ella, malhumorada. Aunque realmente, mientras hablaba Haruka se fijó en los arañones, aunque fuesen leves, del chico, y entristeciendo con mucha levedad el ceño, aún fruncido de la molestia, se acercó hasta él, a paso seguro y sin importarle lo que él pudiese decirle o no, solo para examinar sus heridas. Y allí, a la altura del pecho del chico, al lado derecho, alzó las manos sin llegar a tocarle la ropa rasgada y levemente ensangrentada, o su piel, para que una vez cerca, de sus manos emergiese un pequeño brillo blanquecino, haciéndola fruncir a ella levemente el ceño, pues como siempre, el dolor de él se le transmitía a ella.


- Al menos vas mejorando... Ya casi vienes sin heridas que curar...


          Dijo ella, aunque concentrada en su tarea, sin tan siquiera mirarle. Sin embargo, Dimitri la interrumpió, agarrándole casi con brusquedad de la muñeca, zarandeándola, sin importarle demasiado que ahora al menos algunas de sus heridas las tuviese ella.


- ¡No hagas eso, estúpida!


          Entrecerró los ojos, y frunció el ceño. ¿Malhumorado?... ¿O más bien preocupado? Sea lo que sea lo disimuló en un chasqueo de lengua, soltando a la pelirrosa casi con brusquedad, alejándola de él. Cruzándose de brazos, y mirando hacia otro lado como si no fuese más que un muchacho rebelde. Y de alguna manera así era como lo tomaban todos. Frunció aun más el ceño, molesto por algún motivo.


- ¿Ser agradecido?...-Casi que escupió.- ¿Entonces debería agradecerte todas las veces que me has salvado el culo? ¿O simplemente debería ser una copia de mi hermano pequeño?


          Tras ello bufó. Realmente Dimitri parecía envidiar y odiar a su hermano más que a nadie. Como si ni si quiera le hiciese falta motivos para ello. Rodó su único ojo sano, rojizo, hacia los de ella. Aunque se quedó callado por unos segundos, como si estuviera apreciándola. Pero no. Debía de estropear el momento. Él no podía verse como un idiota.


- ¿Menospreciarte? ¿Y tú qué, Haruka? Solo haces echarme en cara lo desgraciado que soy.


          Quién sabe, quizás quería hacerla sentir culpable. O quizás realmente lo pensaba en serio. Quizás sí que se veía a sí mismo como un desgraciado por todo lo que tenía que soportar. Haruka se sujetó la muñeca con la otra mano cuando él la alejó, y aún con el ceño levemente fruncido correspondió a esa mirada por esos segundos de silencio, también sin decir nada. No sabía cómo sentirse en momentos así, si era incómodo que se mirasen de esa forma, o si simplemente con la mirada le intentaba explicar que las cosas no eran como él decía. Sin embargo, cuando nombró a su hermano y manifestó de nuevo su odio hacia él, Haruka no pudo evitar ahora sí mostrar una mueca de molestia, bajando las dos manos y apretando los puños, suave, pero con firmeza.


- ¡Ya estás otra vez, Dimitri! ¡Me harta repetírtelo día sí y día también, y es que dejes de compararte con tu hermano cuando nadie te ha comparado con él! No es la primera vez que me dices que si él es mi favorito, ¡Como si yo pudiese tener un favorito entre ustedes dos, o entre cualquiera!


          La chica realmente parecía molesta, y sinceramente cansada, de discutir con él una y otra vez por lo mismo. Y la gota que colmó el vaso fue su última frase. Haruka apartó la mirada, molesta, aún con los puños cerrados a cada lado de su cuerpo. Y se quedó en silencio, silencio que aprovechó el viento para romperlo, meciendo los cabellos de ambos y todo lo sembrado en las praderas.


-... ¿Echarte en cara lo desgraciado que eres? Solo me preocupo por ti, todos los días, intento hacerte cambiar de opinión y que veas las cosas de una forma menos autodestructiva, y tú dices que solo te echo en cara lo desgraciado que eres....Ya no sé qué hacer contigo, Dimitri.


          Esta vez lo dijo menos exaltada, y quizás, más tristona que antes, de alguna forma. Aunque el carácter lo seguía manteniendo, cosas como aquella se notaban en su tono de voz.


-....


          Dimitri la observó de reojo, hasta que acabó cerrándolo, soltando un suspiro por la nariz. Y el chico era realmente impulsivo. Si se le apetecía hacer algo, simplemente lo hacía. Se acercó a ella, despacio. Y sin más, la cogió de la cintura, y la llevó hasta su hombro, cogiéndola allí, como si fuese un saco de patatas.


- Ah...Cállate.- Comentó desganado.


- ¿¡¿E-Eh....?!? ¡Dimitri, ni se t-...


           Aprovechando la capacidad típica en los Nodens, Dimitri desapareció del campo de trigo, apareciendo poco después en la habitación de la chica. Era realmente grande, y bonita. Como si ella fuese otra propietaria más de la mansión. Y allí, como si aun siguiese siendo un saco la tiró sobre la cama, y él se subió encima de ella, aunque sin echarle demasiado peso. Pero realmente estaba cerca, es más, en vez de apoyar las manos para sujetarse, apoyaba un solo codo y el resto del antebrazo y la otra mano la posó en la mejilla de ella, acariciando con el pulgar un arañón en su mejilla, que antes le pertenecía a él, y que aún no se había curado.


- Eres realmente idiota...


          Pero quizás como si quisiese darle miedo, pasó de acariciar ese arañón a acariciarle los labios, seguir por su garganta, casi obligándole a alzar la cara, y siguiendo así por su canalillo.


- Y además eres muy fiera. Y te crees que puedes hacer de todo.... Pero realmente estás más limitada de lo que crees...Haruka.


          Y su nombre lo murmuró con frialdad, pero no con asco. Haruka, por su parte, se medio incorporó sobre los hombros, con el ceño fruncido. A medida que él se fue subiendo sobre ella, ella fue retrocediendo hacia atrás, hasta quedar totalmente tumbada, fijando sus ojos en él. Y aunque la edad de la chica pasaba ya de ser una adolescente enamoradiza y tonta, muy leves sonrojos adornaron sus mejillas, sobre todo cuando él acarició una de estas. Sin embargo le escuchó hablar, y volvió a fruncir el ceño de alguna forma. ¿Es que no podía simplemente quedarse callado?.. Fue a ladear la cabeza, para no mirarle, como si siguiese molesta con él de alguna forma.


- Ya, bueno...Solo hago lo que creo que debo hacer, independientemente de que eso sea o no bueno para mí... ¿Y tú qué, Dimitri? ¿Acaso crees que tú conoces mis límites...?...


          Preguntó ella, pero no de forma antipática o algo por el estilo, sino suave y delicada de alguna forma, aunque por su mirada, que ahora fijaba en él, y su expresión, seguía dándoselas de enfadada.


                - ¿Acaso no tienes miedo? Siempre haces lo que crees correcto... ¿Y qué pasa con los demás? ¿Qué...pasa contigo?...


- ¿Miedo?...No tengo miedo a morir...Y eso se supone que es el mayor miedo que podría tener...


          Haruka realmente quiso medio ignorar lo segundo, aunque no pudo evitar que una muy leve sonrisa dulce se dibujase en su rostro al escucharle, era evidente que sabía del significado de esas palabras. Sin embargo, para que su frase no sonase como si estuviese preocupado, Dimitri ladeó una sonrisa siniestra, y allí donde le acariciaba el canalillo que le hacía el vestido, agarró la tela de este, y lo arrancó con brusquedad, como si de simple papel se tratase. Entonces se acercó aun más a ella, y comenzó a besarle el cuello, o más bien, a acariciar con sus labios la suave piel de la pelirrosa. Apoyando esta vez la misma mano con la que le había arrancado la tela del vestido cercana a la cintura de la chica, sobre el colchón, mientras ahora la otra la llevaba hacia los bajos de su vestido, levantándolos un poco hasta llegar a notar su pierna, y acariciarle el muslo, cogiéndolo para alzarlo un poco. Allí, cercano a su cuello, murmuró, como si realmente quisiese meterle miedo.


- ¿Tus límites?...Bueno..... ¿Qué me dirías si digo que quiero devorarte?.... ¿Qué me dirías?....


          Entrecerró su único ojo entonces, esperando su respuesta, mientras su mano ascendía un poco más por el muslo de ella, casi llegando a la media de allí, y tirando de ella hacía bajo, metiendo sus dedos por la tela para que fuese más fácil.

          La sonrisa de Haruka desapareció casi al mismo tiempo en el que él esbozó la suya, su sonrisa siniestra y tan endemoniadamente atrayente, quizás algo característico de la raza, quien sabe. Notó sus caricias, y entrecerró ligeramente el ceño ante ellas. ¿Qué hacía?... Sin embargo su respuesta fue casi inmediata. Había roto la tela de su vestido dejando libre aquella parte de su cuerpo, y ella no pudo hacer nada más que abrir los ojos de par en par. Entreabrió los labios, por supuesto que dispuesta a quejarse, pero el tacto de los labios de Dimitri contra su piel prácticamente que la hizo estremecerse en un escalofrío que recorrió casi todo su cuerpo, observándole de reojo, incluso cuando susurró aquellas palabras. Haruka había mantenido los labios entreabiertos, quizás para coger aire por estos, y los ojos entrecerrados fijos en él, aunque no podía ver su rostro del todo. En cuanto él también fijó su mirada en ella, Haruka cogió aire, disponiéndose a hablar.


- Te... Te diría que quizás no son esos los límites que estás buscando...


          ¿Y qué decirle? Se notaba entre los dos el mismo sentimiento, al menos por el momento. Haruka ni le negó ni le afirmó nada con esa frase, y lo cierto es que fue lo primero que se le ocurrió para salir de la jugarreta que le había hecho. Alzó una de sus manos con la suavidad y dulzura que la caracterizaba, para allí soltar de la coleta el pelo al chico, dejando que sus largos mechones cayesen a cada lado de su rostro, admirándolo de esa forma. Puede que en ese momento el muy leve sonrojo volviese a aparecer en sus pómulos, quizás porque así lo encontraba más atractivo, quién sabe.


- ¿Y tú, Dimitri?... ¿Tú tienes miedo...?...


           En cuanto le hizo esa pregunta él se quedó inmóvil, totalmente.


- ¿Miedo?.... ¿De qué debería tenerlo?


          Quizás aquello le molestó, pues su ceño se frunció aun más. Pero se dejó hacer cuando le soltó el pelo casi siempre recogido en una coleta...Y realmente el chico se veía atractivo así. Incluso cuando sus labios se curvaron en una nueva sonrisa, incluso enseñando un poco los dientes. Peligrosamente atractivo y amenazante a la vez.


- ¿Los límites que estoy buscando? ¿Qué sabrás tú de lo que busco?....


          Entrecerró aun más su único ojo, mientras terminaba de bajar del todo su media, tirando de ella hasta sacársela, subiendo para ello la pierna un poco a su cadera, y en cuanto tuvo la prenda en la mano la miró de reojo.


- Tú siempre con las cosas coloridas.....


           Comentó, antes de tirar por algún lado aquello. Acarició un poco más el muslo de la chica, disfrutando del tacto realmente suave de su piel. Pero esta vez se incorporó un poco, para que no le hiciese falta apoyarse con ninguna de las manos. Y llevó la otra hacia sus labios entreabiertos. Realmente le costaba reconocer que era preciosa, incluso con esos sonrojos. Y allí con dos dedos le acarició el labio inferior con suavidad. Aunque a los pocos segundos adelantando uno más que otro, con uno tirando de su labio hacia bajo, y otro lo llevó algo más dentro, acariciando y jugando con su lengua, sin importarle en absoluto mancharse de saliva. Eso era lo de menos. Haruka dejó escapar un suspiro de entre sus labios al escucharle hablar, y al notar como finalmente había quitado esa prenda. Sin embargo casi que de inmediato frunció levemente el ceño, no molesta, pero notándose que su intención no era otra que hacerse la dura. Al fin y al cabo aquello parecía el juego del perro y el gato, y ahora mismo el perro le había mostrado sus atractivos colmillos en aquella sonrisa. Era evidente que Haruka se dejó llevar por la tentación, pero aún así, siempre procuraba no caer demasiado. Sabía de qué pata cojeaba Dimitri, y sabía que él solo quería sentirse superior de alguna forma. Y aunque ella dejaba que fuese así con ella de vez en cuando, Haruka tampoco se dejaba del todo, quién sabe por qué. Notaba sus caricias, lo que hizo que desviase la mirada de alguna forma, como si intentase escapar de la situación y no demostrarse sumisa ante alguien que parecía alimentarse de esa sensación.


- Puedes tener miedo a muchas cosas....El miedo no nos hace débiles, sino valientes...-Murmuró ella, para después mirarle de nuevo, aún con los ojos levemente entrecerrados, fingiendo estar molesta de alguna forma.- ¿Y qué límites estás buscando.....?....


          Sin embargo, si iba a decir algo más, no pudo. Dimitri actuó rápido, y cuando se quiso dar cuenta, estaba jugando con los dedos en su boca. Esta vez abandonó cualquier intento de hacerse la enfadada, para abrir bastante los ojos de la sorpresa, y levemente y muy despacio, irlos entrecerrando, fijos en él, dejándole hacer aunque solo en un principio, pues poco a poco hizo ademán de separarse, aunque suave y delicada, sin pretender rechazarle de alguna forma. Tampoco podría hacer algo como eso, y era fácil de apreciar a simple vista que si se dejaba hacer esas cosas, era porque sentía algo por él. Sin embargo no quería verse tan sumisa ante él, giró un poco el rostro, apartándolo un poco, huyendo ahora de encontrarse con su mirada, y una vez libre de esas caricias, fruncir con levedad el ceño.

Sin embargo, que ella girase su rostro, aunque con delicadeza, para él no fue más que un rechazo. Y eso lo molestó. Porque muy en el interior a Dimitri lo que más le molestaba era eso mismo. Que lo rechazasen, que lo menospreciasen. Frunció aun más el ceño, sin poder evitarlo. "Esta maldita zorra se va a enterar de lo que vale un peine", pensó para sí mismo, mientras dejaba de acariciar su pierna para subir esa mano a su barbilla, y girarla con mucha brusquedad para dejarla donde estaba antes. Esta vez ni si quiera lo hizo despacio, si no que jugueteó con su lengua con dos o incluso tres dedos. Mientras su ojo estaba clavado en los de ella, casi que con odio. Como si quisiera verla llorar. Sin embargo, acabó sacando los dedos de su boca, sin importarle que estuviesen mojados de la saliva. Y los fue bajando por su pecho, acariciando este medio desnudo, para ir bajando por su cintura, que si aun estaba tapada, él simplemente seguía destapando. Unas caricias no suaves, sino bruscas, como si quisiera aplastar la suave piel de la chica bajo ellas. Se paró a la altura del ombligo, ladeando un poco su mano, y acariciando un tanto por el contorno de su por encima de su cadera. La otra mano sin embargo la llevó hasta su cabello, cogiéndolo con fuerzas y casi con ferocidad entre sus dedos, haciendo que la chica elevase un poco su cabeza, y que incluso arquease su espalda, para allí terminar de acercarse y besarla con la misma brusquedad que había utilizado hasta ahora, echándose algo más hacia abajo, casi haciendo pegar un poco sus cuerpos por la altura del pecho.
Haruka había abierto algo más de lo normal los ojos al notar cómo tiraba de ella para volver a girar su rostro. Y aunque entreabrió los labios para explicarle que aquello no había sido un rechazo, que lo había entendido mal, que no la tratase así...No pudo decir absolutamente nada. Prácticamente cerró los ojos, apretando los párpados, cuando él volvió a introducir los dedos en su boca, haciendo ella fuerza para apartarse, esta vez sí que con algo de brusquedad, quizás, o desespero, pues no quería que la tratase de esa forma. Cuando los sacó volvió a abrir los ojos, recriminándole el por qué con la mirada,  suplicándose que cesase aquellas caricias que no hacían más que ponerla nerviosa, haciendo incluso que aguantase la respiración por momentos, y que al final, cuando consiguió reunir el valor suficiente, intentase separarse de él. Pero de nuevo no le dio tiempo, él había tirado de su pelo, lo que le hizo emitir un leve quejido audible para cualquiera que estuviese lo suficientemente cerca. Y quiso decirle de nuevo que parase, que no hiciese nada de eso, cuando sintió que la besaba de nuevo con agresividad y brusquedad. Ella llevó las manos a su pecho e hizo presión allí para separarse de alguna forma, pero no lo consiguió. Mantuvo la mirada entrecerrada fija en él, hasta que al final optó por cerrarlos, apretando los párpados en señal de molestia por todo aquello. Sin embargo se volvió a ver obligada a apartar las manos cuando lo notó, prácticamente, pegado a ella. Intentaba separar al menos los labios y decirle que no fuese tan brusco, que no le hiciese daño, pero él no la dejaba. Y ella solo pudo llevar las manos a su espalda en una especie de abrazo, aunque sujetaba la tela de su ropa, y tiraba hacia atrás como si quisiese separarlo del todo. Tras besarla, y jugar con ella y con su lengua e incluso con su saliva tanto como quiso, al fin Dimitri se separó. Su único ojo carmesí se fijó en el de ella, aun cercano.


- Realmente....Te haces ver como alguien especial, Haruka, pero no eres más que otra zorra a la que le encanta que le hagan gritar como una perra con estas cosas.


          Entrecerró aun más el ojo, y pareció que iba a quitarse. Sin embargo, volvió a acercarse, esta vez tirando un poco más de su pelo, para meter la cabeza entre el cuello y el hombro de la chica. Lo lamió un par de veces, hasta que le dio por morderlo con suavidad, y después algo más fuerte, aunque sin a introducir los colmillos en su piel. La mano libre la volvió a llevar hacia su muslo, esta vez subiendo casi peligrosamente sus dedos, en caricias bruscas. Pero...justo cuando llegaba a su ingle, paró. Dimitri se separó del todo, y terminó por bajarse de la cama, dejándola a ella tendida sobre la misma.


-...Pero esta vez no te vas a salir con la tuya.


          La miró de reojo. Y sin embargo...No tardó mucho en desaparecer del lugar, con la típica velocidad de los Nodens. Haruka  le dedicó una última mirada antes de que desapareciese, mezcla entre molestia y tristeza, mientras se incorporaba hasta sentarse en la cama y se acariciaba la zona mordida del cuello con una mano. ¿Es que acaso no podían ser las cosas de otra manera?...




No hay comentarios:

Publicar un comentario