Aquel campo de trigo seco era inmenso. El sol se estaba poniendo, aunque aún quedaban los últimos rayos de luz, ahora anaranjada, traspasando las colinas de la lejanía, todas y cada una de ellas cultivadas de trigo, dándole al paisaje un contraste entre naranja y verde de las montañas del fondo realmente digno de admirar. Y allí, admirando la tranquilidad y la belleza del lugar, se encontraba Haruka. Fruncía el ceño, algo no demasiado común en ella, al menos no cuando estaba sola. Quizás acababa de reñir a Dimitri minutos antes, y se había marchado a coger algo de aire, lejos de la mansión reconstruida de los Renjou. O quizás, simplemente, le molestaba pensar en Dimitri, él y su venganza. Da igual lo mucho que Haruka intentase que la olvidase, que se centrase en protegerse a sí mismo y a su hermano pequeño, al cual parecía odiarle de alguna forma, quizás por mal entendidos, o quizás por simplemente sentirse inferior a él a pesar de ser el mayor.
Refunfuñando, Haruka se detuvo allí. Y a pesar de que
ya no era una niña, parecía estar de morros. Se dejó caer al suelo, sentándose,
colocando los pies en la comúnmente conocida como "postura india",
ahora oculta por el trigo, dejando que solo esa mota rosada de su pelo fuese el
único toque de color distinto en todo aquello. Y allí llevó las manos a uno de
los palos, arrancándolo, y partiéndolo trocito a trocito, como si se estuviese
desahogando por cualquier cosa, aún con el ceño fruncido y sus ojos rojizos
fijos, amenazantes, en el palo.
Dimitri había llegado de entrenar, y de asustar a pobres
indefensos después, como si ese fuese su divertimiento después del
"trabajo". Se entretenía en asustar a los aldeanos, hacer como si los
fuese a matar, y después dejarles con el miedo en el cuerpo. Como si de alguna
manera quisiese llamar la atención, y así era. Todo lo contrario a su hermano,
quien parecía indiferente ante todo. Y quizás por eso lo odiaba. Sin embargo,
al entrar en la mansión no había nadie. Bueno, nadie sin contar a los
sirvientes. Pero realmente a nadie que él buscase en realidad...Aunque
¿Realmente ese solitario y problemático chico podía buscar a alguien? La
respuesta era sí. A Haruka. ¿Por qué, si no estaba gravemente herido? Como
mucho unos arañones...Pero realmente tenía que verla. Quizás meterse con ella.
Quien sabe los verdaderos motivos.
Amenazó con frialdad a unos cuantos Nodens de bajo rango de
por allí para que le dijesen la dirección que había tomado la chica. Y tras
escuchar la respuesta, se dirigió hacía allí.
- ¿Qué haces aquí? ¿Estás esperando por salvarle el culo a
alguien?
Tras unos minutos andando por el lugar, pudo vislumbrar una
cabellera rosa entre tanto trigo. Parecía que sus palabras estaban cargadas de
crueldad e ironía, quizás incluso de recelo. Pero el chico no sabía referirse
de otra manera a la mujer que tenía delante. Aquella voz fría, cruel e irónica
de Dimitri la hizo fruncir aún más el ceño, casi que arrugando la nariz y
torciendo los labios a un lado, sujetando con fuerza el trozo del palo que le
quedaba y arrugándolo, aparentemente malhumorada. Sin embargo terminó por
levantarse, sacudiéndose las posibles ramas o tierra que se le hubiesen pegado
en su vestido color salmón, para así girarse hacia él, con el ceño fruncido. Su
larga melena casi que pasaba de su cintura, y al estar quieta, pues no había
viento, realmente realzaba más los rasgos de Haruka.
- ¡Deberías ser un poco más agradecido, Dimitri! ¿Qué
consigues tratándome así? ¡Eres un desagradecido! ¡Yo me preocupo por ti, por
vosotros, y no haces más que menospreciarme! Bah...
Exclamó ella, malhumorada. Aunque realmente, mientras
hablaba Haruka se fijó en los arañones, aunque fuesen leves, del chico, y
entristeciendo con mucha levedad el ceño, aún fruncido de la molestia, se
acercó hasta él, a paso seguro y sin importarle lo que él pudiese decirle o no,
solo para examinar sus heridas. Y allí, a la altura del pecho del chico, al
lado derecho, alzó las manos sin llegar a tocarle la ropa rasgada y levemente
ensangrentada, o su piel, para que una vez cerca, de sus manos emergiese un
pequeño brillo blanquecino, haciéndola fruncir a ella levemente el ceño, pues
como siempre, el dolor de él se le transmitía a ella.
- Al menos vas mejorando... Ya casi vienes sin heridas que
curar...
Dijo ella, aunque concentrada en su tarea, sin tan siquiera
mirarle. Sin embargo, Dimitri la interrumpió, agarrándole casi con brusquedad
de la muñeca, zarandeándola, sin importarle demasiado que ahora al menos
algunas de sus heridas las tuviese ella.
- ¡No hagas eso, estúpida!
Entrecerró los ojos, y frunció el ceño. ¿Malhumorado?... ¿O
más bien preocupado? Sea lo que sea lo disimuló en un chasqueo de lengua,
soltando a la pelirrosa casi con brusquedad, alejándola de él. Cruzándose de
brazos, y mirando hacia otro lado como si no fuese más que un muchacho rebelde.
Y de alguna manera así era como lo tomaban todos. Frunció aun más el ceño, molesto
por algún motivo.
- ¿Ser agradecido?...-Casi que escupió.- ¿Entonces debería
agradecerte todas las veces que me has salvado el culo? ¿O simplemente debería
ser una copia de mi hermano pequeño?
Tras ello bufó. Realmente Dimitri parecía envidiar y odiar a
su hermano más que a nadie. Como si ni si quiera le hiciese falta motivos para
ello. Rodó su único ojo sano, rojizo, hacia los de ella. Aunque se quedó
callado por unos segundos, como si estuviera apreciándola. Pero no. Debía de
estropear el momento. Él no podía verse como un idiota.
- ¿Menospreciarte? ¿Y tú qué, Haruka? Solo haces echarme en
cara lo desgraciado que soy.
Quién sabe, quizás quería hacerla sentir culpable. O quizás
realmente lo pensaba en serio. Quizás sí que se veía a sí mismo como un
desgraciado por todo lo que tenía que soportar. Haruka se sujetó la muñeca con
la otra mano cuando él la alejó, y aún con el ceño levemente fruncido
correspondió a esa mirada por esos segundos de silencio, también sin decir
nada. No sabía cómo sentirse en momentos así, si era incómodo que se mirasen de
esa forma, o si simplemente con la mirada le intentaba explicar que las cosas
no eran como él decía. Sin embargo, cuando nombró a su hermano y manifestó de
nuevo su odio hacia él, Haruka no pudo evitar ahora sí mostrar una mueca de
molestia, bajando las dos manos y apretando los puños, suave, pero con firmeza.
- ¡Ya estás otra vez, Dimitri! ¡Me harta repetírtelo día sí
y día también, y es que dejes de compararte con tu hermano cuando nadie te ha comparado
con él! No es la primera vez que me dices que si él es mi favorito, ¡Como si yo
pudiese tener un favorito entre ustedes dos, o entre cualquiera!
La chica realmente parecía molesta, y sinceramente cansada,
de discutir con él una y otra vez por lo mismo. Y la gota que colmó el vaso fue
su última frase. Haruka apartó la mirada, molesta, aún con los puños cerrados a
cada lado de su cuerpo. Y se quedó en silencio, silencio que aprovechó el
viento para romperlo, meciendo los cabellos de ambos y todo lo sembrado en las
praderas.
-... ¿Echarte en cara lo desgraciado que eres? Solo me
preocupo por ti, todos los días, intento hacerte cambiar de opinión y que veas
las cosas de una forma menos autodestructiva, y tú dices que solo te echo en
cara lo desgraciado que eres....Ya no sé qué hacer contigo, Dimitri.
Esta vez lo dijo menos exaltada, y quizás, más tristona que
antes, de alguna forma. Aunque el carácter lo seguía manteniendo, cosas como
aquella se notaban en su tono de voz.
-....
Dimitri la observó de reojo, hasta que acabó cerrándolo,
soltando un suspiro por la nariz. Y el chico era realmente impulsivo. Si se le
apetecía hacer algo, simplemente lo hacía. Se acercó a ella, despacio. Y sin
más, la cogió de la cintura, y la llevó hasta su hombro, cogiéndola allí, como
si fuese un saco de patatas.
- Ah...Cállate.- Comentó desganado.
- ¿¡¿E-Eh....?!? ¡Dimitri, ni se t-...
Aprovechando la
capacidad típica en los Nodens, Dimitri desapareció del campo de trigo, apareciendo
poco después en la habitación de la chica. Era realmente grande, y bonita. Como
si ella fuese otra propietaria más de la mansión. Y allí, como si aun siguiese
siendo un saco la tiró sobre la cama, y él se subió encima de ella, aunque sin
echarle demasiado peso. Pero realmente estaba cerca, es más, en vez de apoyar
las manos para sujetarse, apoyaba un solo codo y el resto del antebrazo y la
otra mano la posó en la mejilla de ella, acariciando con el pulgar un arañón en
su mejilla, que antes le pertenecía a él, y que aún no se había curado.
- Eres realmente idiota...
Pero quizás como si quisiese darle miedo, pasó de acariciar
ese arañón a acariciarle los labios, seguir por su garganta, casi obligándole a
alzar la cara, y siguiendo así por su canalillo.
- Y además eres muy fiera. Y te crees que puedes hacer de
todo.... Pero realmente estás más limitada de lo que crees...Haruka.
Y su nombre lo murmuró con frialdad, pero no con asco.
Haruka, por su parte, se medio incorporó sobre los hombros, con el ceño
fruncido. A medida que él se fue subiendo sobre ella, ella fue retrocediendo
hacia atrás, hasta quedar totalmente tumbada, fijando sus ojos en él. Y aunque
la edad de la chica pasaba ya de ser una adolescente enamoradiza y tonta, muy
leves sonrojos adornaron sus mejillas, sobre todo cuando él acarició una de
estas. Sin embargo le escuchó hablar, y volvió a fruncir el ceño de alguna
forma. ¿Es que no podía simplemente quedarse callado?.. Fue a ladear la cabeza,
para no mirarle, como si siguiese molesta con él de alguna forma.
- Ya, bueno...Solo hago lo que creo que debo hacer,
independientemente de que eso sea o no bueno para mí... ¿Y tú qué, Dimitri?
¿Acaso crees que tú conoces mis límites...?...
Preguntó ella, pero no de forma antipática o algo por el
estilo, sino suave y delicada de alguna forma, aunque por su mirada, que ahora
fijaba en él, y su expresión, seguía dándoselas de enfadada.
- ¿Acaso no tienes
miedo? Siempre haces lo que crees correcto... ¿Y qué pasa con los demás?
¿Qué...pasa contigo?...
- ¿Miedo?...No tengo miedo a morir...Y eso se supone que es
el mayor miedo que podría tener...
Haruka realmente quiso medio ignorar lo segundo, aunque no
pudo evitar que una muy leve sonrisa dulce se dibujase en su rostro al
escucharle, era evidente que sabía del significado de esas palabras. Sin
embargo, para que su frase no sonase como si estuviese preocupado, Dimitri
ladeó una sonrisa siniestra, y allí donde le acariciaba el canalillo que le
hacía el vestido, agarró la tela de este, y lo arrancó con brusquedad, como si
de simple papel se tratase. Entonces se acercó aun más a ella, y comenzó a besarle
el cuello, o más bien, a acariciar con sus labios la suave piel de la
pelirrosa. Apoyando esta vez la misma mano con la que le había arrancado la
tela del vestido cercana a la cintura de la chica, sobre el colchón, mientras
ahora la otra la llevaba hacia los bajos de su vestido, levantándolos un poco
hasta llegar a notar su pierna, y acariciarle el muslo, cogiéndolo para alzarlo
un poco. Allí, cercano a su cuello, murmuró, como si realmente quisiese meterle
miedo.
- ¿Tus límites?...Bueno..... ¿Qué me dirías si digo que
quiero devorarte?.... ¿Qué me dirías?....
Entrecerró su único ojo entonces, esperando su respuesta,
mientras su mano ascendía un poco más por el muslo de ella, casi llegando a la
media de allí, y tirando de ella hacía bajo, metiendo sus dedos por la tela
para que fuese más fácil.
La sonrisa de Haruka desapareció casi al mismo tiempo en el
que él esbozó la suya, su sonrisa siniestra y tan endemoniadamente atrayente,
quizás algo característico de la raza, quien sabe. Notó sus caricias, y
entrecerró ligeramente el ceño ante ellas. ¿Qué hacía?... Sin embargo su
respuesta fue casi inmediata. Había roto la tela de su vestido dejando libre
aquella parte de su cuerpo, y ella no pudo hacer nada más que abrir los ojos de
par en par. Entreabrió los labios, por supuesto que dispuesta a quejarse, pero
el tacto de los labios de Dimitri contra su piel prácticamente que la hizo
estremecerse en un escalofrío que recorrió casi todo su cuerpo, observándole de
reojo, incluso cuando susurró aquellas palabras. Haruka había mantenido los
labios entreabiertos, quizás para coger aire por estos, y los ojos
entrecerrados fijos en él, aunque no podía ver su rostro del todo. En cuanto él
también fijó su mirada en ella, Haruka cogió aire, disponiéndose a hablar.
- Te... Te diría que quizás no son esos los límites que
estás buscando...
¿Y qué decirle? Se notaba entre los dos el mismo sentimiento,
al menos por el momento. Haruka ni le negó ni le afirmó nada con esa frase, y
lo cierto es que fue lo primero que se le ocurrió para salir de la jugarreta
que le había hecho. Alzó una de sus manos con la suavidad y dulzura que la
caracterizaba, para allí soltar de la coleta el pelo al chico, dejando que sus
largos mechones cayesen a cada lado de su rostro, admirándolo de esa forma.
Puede que en ese momento el muy leve sonrojo volviese a aparecer en sus
pómulos, quizás porque así lo encontraba más atractivo, quién sabe.
- ¿Y tú, Dimitri?... ¿Tú tienes miedo...?...
En
cuanto le hizo esa pregunta él se quedó inmóvil, totalmente.
- ¿Miedo?.... ¿De qué debería tenerlo?
Quizás aquello le molestó, pues su ceño se frunció aun más.
Pero se dejó hacer cuando le soltó el pelo casi siempre recogido en una
coleta...Y realmente el chico se veía atractivo así. Incluso cuando sus labios
se curvaron en una nueva sonrisa, incluso enseñando un poco los dientes.
Peligrosamente atractivo y amenazante a la vez.
- ¿Los límites que estoy buscando? ¿Qué sabrás tú de lo que
busco?....
Entrecerró aun más su único ojo, mientras terminaba de bajar
del todo su media, tirando de ella hasta sacársela, subiendo para ello la
pierna un poco a su cadera, y en cuanto tuvo la prenda en la mano la miró de
reojo.
- Tú siempre con las cosas coloridas.....
Comentó, antes de
tirar por algún lado aquello. Acarició un poco más el muslo de la chica, disfrutando
del tacto realmente suave de su piel. Pero esta vez se incorporó un poco, para
que no le hiciese falta apoyarse con ninguna de las manos. Y llevó la otra
hacia sus labios entreabiertos. Realmente le costaba reconocer que era
preciosa, incluso con esos sonrojos. Y allí con dos dedos le acarició el labio
inferior con suavidad. Aunque a los pocos segundos adelantando uno más que
otro, con uno tirando de su labio hacia bajo, y otro lo llevó algo más dentro, acariciando
y jugando con su lengua, sin importarle en absoluto mancharse de saliva. Eso
era lo de menos. Haruka dejó escapar un suspiro de entre sus labios al
escucharle hablar, y al notar como finalmente había quitado esa prenda. Sin
embargo casi que de inmediato frunció levemente el ceño, no molesta, pero
notándose que su intención no era otra que hacerse la dura. Al fin y al cabo
aquello parecía el juego del perro y el gato, y ahora mismo el perro le había
mostrado sus atractivos colmillos en aquella sonrisa. Era evidente que Haruka
se dejó llevar por la tentación, pero aún así, siempre procuraba no caer
demasiado. Sabía de qué pata cojeaba Dimitri, y sabía que él solo quería
sentirse superior de alguna forma. Y aunque ella dejaba que fuese así con ella
de vez en cuando, Haruka tampoco se dejaba del todo, quién sabe por qué. Notaba
sus caricias, lo que hizo que desviase la mirada de alguna forma, como si
intentase escapar de la situación y no demostrarse sumisa ante alguien que
parecía alimentarse de esa sensación.
- Puedes tener miedo a muchas cosas....El miedo no nos hace
débiles, sino valientes...-Murmuró ella, para después mirarle de nuevo, aún con
los ojos levemente entrecerrados, fingiendo estar molesta de alguna forma.- ¿Y
qué límites estás buscando.....?....
Sin embargo, si iba a decir algo más, no pudo. Dimitri actuó
rápido, y cuando se quiso dar cuenta, estaba jugando con los dedos en su boca.
Esta vez abandonó cualquier intento de hacerse la enfadada, para abrir bastante
los ojos de la sorpresa, y levemente y muy despacio, irlos entrecerrando, fijos
en él, dejándole hacer aunque solo en un principio, pues poco a poco hizo
ademán de separarse, aunque suave y delicada, sin pretender rechazarle de
alguna forma. Tampoco podría hacer algo como eso, y era fácil de apreciar a
simple vista que si se dejaba hacer esas cosas, era porque sentía algo por él.
Sin embargo no quería verse tan sumisa ante él, giró un poco el rostro,
apartándolo un poco, huyendo ahora de encontrarse con su mirada, y una vez
libre de esas caricias, fruncir con levedad el ceño.
Sin embargo, que ella girase
su rostro, aunque con delicadeza, para él no fue más que un rechazo. Y eso lo
molestó. Porque muy en el interior a Dimitri lo que más le molestaba era eso
mismo. Que lo rechazasen, que lo menospreciasen. Frunció aun más el ceño, sin
poder evitarlo. "Esta maldita zorra se va a enterar de lo que vale un
peine", pensó para sí mismo, mientras dejaba de acariciar su pierna para
subir esa mano a su barbilla, y girarla con mucha brusquedad para dejarla donde
estaba antes. Esta vez ni si quiera lo hizo despacio, si no que jugueteó con su
lengua con dos o incluso tres dedos. Mientras su ojo estaba clavado en los de
ella, casi que con odio. Como si quisiera verla llorar. Sin embargo, acabó
sacando los dedos de su boca, sin importarle que estuviesen mojados de la
saliva. Y los fue bajando por su pecho, acariciando este medio desnudo, para ir
bajando por su cintura, que si aun estaba tapada, él simplemente seguía
destapando. Unas caricias no suaves, sino bruscas, como si quisiera aplastar la
suave piel de la chica bajo ellas. Se paró a la altura del ombligo, ladeando un
poco su mano, y acariciando un tanto por el contorno de su por encima de su
cadera. La otra mano sin embargo la llevó hasta su cabello, cogiéndolo con
fuerzas y casi con ferocidad entre sus dedos, haciendo que la chica elevase un
poco su cabeza, y que incluso arquease su espalda, para allí terminar de acercarse
y besarla con la misma brusquedad que había utilizado hasta ahora, echándose
algo más hacia abajo, casi haciendo pegar un poco sus cuerpos por la altura del
pecho.
Haruka había abierto algo más
de lo normal los ojos al notar cómo tiraba de ella para volver a girar su
rostro. Y aunque entreabrió los labios para explicarle que aquello no había
sido un rechazo, que lo había entendido mal, que no la tratase así...No pudo
decir absolutamente nada. Prácticamente cerró los ojos, apretando los párpados,
cuando él volvió a introducir los dedos en su boca, haciendo ella fuerza para
apartarse, esta vez sí que con algo de brusquedad, quizás, o desespero, pues no
quería que la tratase de esa forma. Cuando los sacó volvió a abrir los ojos, recriminándole
el por qué con la mirada, suplicándose
que cesase aquellas caricias que no hacían más que ponerla nerviosa, haciendo incluso
que aguantase la respiración por momentos, y que al final, cuando consiguió
reunir el valor suficiente, intentase separarse de él. Pero de nuevo no le dio
tiempo, él había tirado de su pelo, lo que le hizo emitir un leve quejido
audible para cualquiera que estuviese lo suficientemente cerca. Y quiso decirle
de nuevo que parase, que no hiciese nada de eso, cuando sintió que la besaba de
nuevo con agresividad y brusquedad. Ella llevó las manos a su pecho e hizo
presión allí para separarse de alguna forma, pero no lo consiguió. Mantuvo la
mirada entrecerrada fija en él, hasta que al final optó por cerrarlos,
apretando los párpados en señal de molestia por todo aquello. Sin embargo se
volvió a ver obligada a apartar las manos cuando lo notó, prácticamente, pegado
a ella. Intentaba separar al menos los labios y decirle que no fuese tan
brusco, que no le hiciese daño, pero él no la dejaba. Y ella solo pudo llevar
las manos a su espalda en una especie de abrazo, aunque sujetaba la tela de su
ropa, y tiraba hacia atrás como si quisiese separarlo del todo. Tras besarla, y jugar con ella y con su lengua e incluso con
su saliva tanto como quiso, al fin Dimitri se separó. Su único ojo carmesí se
fijó en el de ella, aun cercano.
- Realmente....Te haces ver como alguien especial, Haruka,
pero no eres más que otra zorra a la que le encanta que le hagan gritar como
una perra con estas cosas.
Entrecerró aun más el ojo, y pareció que iba a quitarse. Sin
embargo, volvió a acercarse, esta vez tirando un poco más de su pelo, para meter
la cabeza entre el cuello y el hombro de la chica. Lo lamió un par de veces,
hasta que le dio por morderlo con suavidad, y después algo más fuerte, aunque
sin a introducir los colmillos en su piel. La mano libre la volvió a llevar
hacia su muslo, esta vez subiendo casi peligrosamente sus dedos, en caricias
bruscas. Pero...justo cuando llegaba a su ingle, paró. Dimitri se separó del
todo, y terminó por bajarse de la cama, dejándola a ella tendida sobre la misma.
-...Pero esta vez no te vas a salir con la tuya.
La miró de reojo. Y sin embargo...No tardó mucho en
desaparecer del lugar, con la típica velocidad de los Nodens. Haruka le dedicó una última mirada antes de que
desapareciese, mezcla entre molestia y tristeza, mientras se incorporaba hasta
sentarse en la cama y se acariciaba la zona mordida del cuello con una mano.
¿Es que acaso no podían ser las cosas de otra manera?...


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