Una adivina del mundo
antiguo predijo tales cosas. En su predicción, los humanos y los Nodens darían
con un poder supremo, unas piedras rúnicas ocultas, cercanas al núcleo de la
tierra, en las minas más inhóspitas e insospechadas jamás imaginadas. Se
recogieron pocas de aquellas piedras antes de que las minas fuesen destruidas
por un grupo de terroristas reacios a las guerras, y de las pocas que
consiguieron salvar, solo un puñado de ellas han llegado hasta nuestros
tiempos. La predicción de la bruja hablaba sobre armas en cuerpos humanos.
Aquellas piedras, recogidas en colgantes que eran puestos a los niños elegidos
al nacer, convertían el alma de aquellos recién nacidos en armas.
Cada arma podría ser
usada solo por una persona, no importaba si Nodens o humano, la piedra elegiría
a quien debía ser llevado. Y a quien eligiese, sería nombrado como Luchador, la
élite de las tropas. Tendría que ser acompañado por el sujeto que llevase el
colgante, llamados Portadores, para dejarse usar en las guerras. Los portadores
carecían de sentimientos, su único objetivo era ganar la batalla, fuesen humano
o Nodens, y sería siempre fiel a su Luchador.
Sin embargo las
batallas siguieron existiendo. Seguían siendo largas, pero cada vez el final
parecía estar más cerca. Las batallas eran más sangrientas, más fuertes, más
crueles, y aún así seguían siendo igual de fuertes tanto un bando como el otro. Los peces gordos de ambos
bandos empezaron a olvidar el verdadero objetivo de aquellas batallas
milenarias, confundieron supremacía con poder y dinero. Los hombres, tanto de
una raza como otra, se volvieron crueles, corruptos, y cuanto más nivel
tendrían, y más cerca estaban de los líderes, peor aún.
Sin embargo, aquella
bruja recitó otra profecía. Un día, aparecería Un Portador con sentimientos,
alguien que supiese verdaderamente cuál era el sentido de la vida, y supiese
distinguir entre el bien y el mal. Sería conocido como La Inocencia de Dios, un
portador de alma pura que no fuese fácil de corromper. El Luchador encontraría
al portador, y juntos, lucharían no para
unirse a la causa, sino para acabar con las guerras. Matarían a todos los
líderes de ambos bandos, y traería la tan deseada paz a la Tierra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario